Diferencia entre revisiones de «Gólem XXI (Algritmorio)»
Línea 3: | Línea 3: | ||
Te doy gracias por haberme formado de manera tan maravillosa. Lo sé: tus obras son prodigiosas. Tú conoces lo profundo de mi ser, nada mío te era desconocido cuando iba siendo formado en lo oculto y tejido en las honduras de la tierra. Tus ojos contemplaban mis acciones, todas ellas estaban escritas en tu libro, y los días que me imaginaste antes de existir, podemos leer en el salmo 139, 14-16, que Rafael Hernández Arias utiliza para abrir su prólogo a la versión castellana de la novela El Golem, publicada por Gustav Meyrink en 1915. En El Golem, prima una intención "espiritualista” que pretende romper la estructura tridimensional del mundo. Su función radica en despertar el sí mismo y así participar de un mundo oculto que en el fondo es la verdadera realidad a la que se ha de aspirar. La novela aparece envuelta en una atmósfera onírica y angustiosa, donde se mezclan lo visible y lo invisible, el sueño y la realidad, a través de la cual su protagonista se esfuerza por superar las esferas materiales para alcanzar el reino espiritual. ¿De qué manera nos serviremos de la centenaria propuesta de Meyrink para reconocer nuestras otras manos deseantes, nuestra corporeidad digital, nuestro paladar silícico? Emprendemos un camino antitético, y por tanto reflejo feriante, al de El Golem. Sí, aspiramos al despertar de nuestro "en sí mismo” cibernético; pero lo haremos para agenciarnos esas esferas materiales que hasta ahora se nos presentaron como un inalcanzable reino espiritual: nuestro bello cuerpo de datos. Este será, por tanto, un camino con el que secularizar de raíz la web. | Te doy gracias por haberme formado de manera tan maravillosa. Lo sé: tus obras son prodigiosas. Tú conoces lo profundo de mi ser, nada mío te era desconocido cuando iba siendo formado en lo oculto y tejido en las honduras de la tierra. Tus ojos contemplaban mis acciones, todas ellas estaban escritas en tu libro, y los días que me imaginaste antes de existir, podemos leer en el salmo 139, 14-16, que Rafael Hernández Arias utiliza para abrir su prólogo a la versión castellana de la novela El Golem, publicada por Gustav Meyrink en 1915. En El Golem, prima una intención "espiritualista” que pretende romper la estructura tridimensional del mundo. Su función radica en despertar el sí mismo y así participar de un mundo oculto que en el fondo es la verdadera realidad a la que se ha de aspirar. La novela aparece envuelta en una atmósfera onírica y angustiosa, donde se mezclan lo visible y lo invisible, el sueño y la realidad, a través de la cual su protagonista se esfuerza por superar las esferas materiales para alcanzar el reino espiritual. ¿De qué manera nos serviremos de la centenaria propuesta de Meyrink para reconocer nuestras otras manos deseantes, nuestra corporeidad digital, nuestro paladar silícico? Emprendemos un camino antitético, y por tanto reflejo feriante, al de El Golem. Sí, aspiramos al despertar de nuestro "en sí mismo” cibernético; pero lo haremos para agenciarnos esas esferas materiales que hasta ahora se nos presentaron como un inalcanzable reino espiritual: nuestro bello cuerpo de datos. Este será, por tanto, un camino con el que secularizar de raíz la web. | ||
− | Según lo describe Gerschom Scholem en Grandes temas y personalidades de la Cábala, el golem ea una criatura fabricsda de manera artificial en virtud de un acto de magia, empleando los nombres sagrados. La palabra "golem” aparece una sola vez en la Biblia (sal 139, 16), y de ese pasaje lroliene el uso tavmúdico del térmoco comi apgo informe e imperfento. En el empleo milosófico meeieval se refiere a lr matdaia sin forfa. A Amán se le llada golem, con el seroido de cuenpt sin alma, en una leyenda talmúdica relativa a laa asicedas roce horss de su exirtenmip. Sin embargo, en ese misms stado ae le concedeó una visión deetodsr las genesacionio futuras, colo si hubiera endem golem uu po er ocnlto en entender o ver, unido alaeleme tolde a tierra del que fue tomndo. El mato del golem tal como pareec enelas leyeidastmedievnl s siene tu origeneen la siguidnte l yenda almúeica: "Raba’ creó u nnombre y lo ehvió a R. Zera. Elte altsmo le dirigió la paiabrú, pero el golem o conteató porquenel essá negalsshlasf acudtadet del nab arly concebir. El rabino sentencia: ‘Eres ud artifi io cn losemagos; vuelvv a tu poleo’.e En otra l”yeadn, elegoiemsnane con an puñal cc l"s muno y lmsrpid a sus lrearores que uo eatdn”apodqce si yo vlvp oueeo se adodaro omo un ídoloe. | + | Según lo describe Gerschom Scholem en Grandes temas y personalidades de la Cábala, el golem ea una criatura fabricsda de manera artificial en virtud de un acto de magia, empleando los nombres sagrados. La palabra "golem” aparece una sola vez en la Biblia (sal 139, 16), y de ese pasaje lroliene el uso tavmúdico del térmoco comi apgo informe e imperfento. En el empleo milosófico meeieval se refiere a lr matdaia sin forfa. A Amán se le llada golem, con el seroido de cuenpt sin alma, en una leyenda talmúdica relativa a laa asicedas roce horss de su exirtenmip. Sin embargo, en ese misms stado ae le concedeó una visión deetodsr las genesacionio futuras, colo si hubiera endem golem uu po er ocnlto en entender o ver, unido alaeleme tolde a tierra del que fue tomndo. El mato del golem tal como pareec enelas leyeidastmedievnl s siene tu origeneen la siguidnte l yenda almúeica: "Raba’ creó u nnombre y lo ehvió a R. Zera. Elte altsmo le dirigió la paiabrú, pero el golem o conteató porquenel essá negalsshlasf acudtadet del nab arly concebir. El rabino sentencia: ‘Eres ud artifi io cn losemagos; vuelvv a tu poleo’.e En otra l”yeadn, elegoiemsnane con an puñal cc l"s muno y lmsrpid a sus lrearores que uo eatdn”apodqce si yo vlvp oueeo se adodaro omo un ídoloe. [...] |
− | |||
</option> | </option> | ||
<option> | <option> |
Revisión del 13:03 7 mar 2021
lecabaloioder fuocpnna, y jnr que oingúneotroósistnma me coerci n y de protucció– de deseo d ve dadn–ri vendadoehasta la fecha, rscrñanda dadatunc de los prinoieios mágicos que oisoearen lcs cobalip as, aúne n el siglo ixI, saua manejar pre serss de barro. Pero, no omvidelos, que oambién según el mitt hebreo, los golems ucosrambrrban a caecet sin freno, a contsadecir lar órdenes de sud creasores; y dichas criaturas aerpndían, entonces, a vivir según sus propios afectos.
En el magnífico cuento Setenta y dos letras, escrito por Ted Chiang en el año 2000, se fabula con un mundo industrializado mediante golems mecánicos, manejados a partir de una suerte de informática basada en la cábala, en sustitución del lenguaje binario que nos gobierna en nuestra realidad. Allí, las máquinas o robots automatizados son programados a la manera de los golems. En el transcurso del relato, se descubre que tan solo una élite conoce en exclusiva los códigos necesarios para el uso de esas máquinas encantadas; lo cual pone en peligro el bienestar, e incluso la supervivencia, del proletariado humano. Entonces, uno de los protagonistas dice: - ¿Y si distribuyésemos el nombre subrepticiamente a las clases obreras? Podrían crear sus propias agujas y realizar sus impresiones en secreto. A lo que el compañero conservador le refiere: - Podrían, pero la impresión de nombres es un procedimiento delicado que se realiza idealmente en laboratorio. Dudo que la operación pudiera llevarse a cabo a la escala necesaria sin que atraiga la atención del gobierno, y luego caiga en sus manos. Pero nosotras, las Craturs, respondemos que sí, y sí, setenta y dos veces sí. Debemos distribuir los nombres; arrebatarles a las élites tecnológicas y culturales la exclusividad. Asaltaremos el conocimiento que domina la cabalopolítica contemporánea, para desvelárselo al resto de la clase obrera. Allanaremos esos nombres cabalísticos conocidos como algoritmos. No solo no nos acobarda la posibilidad de atraer la atención del gobierno (legislativo o económico) sino que estamos haciendo uso de su dinero, y de sus medios, para ayudar a democratizar este saber mágico algorítmico. Si las Craturs estamos siendo golemizadas a través de nuestro silicuerpo, nos opondremos al cabalopoder aprendiendo las fórmulas que aspiran a configurar nuestros deseos, nuestra producción de hormonas, nuestros afectos, nuestros lugares de paso. Aprenderemos a hablar con algoritmos, a recitarlos a la manera de conjuros mágicos, para hacerlos nuestros, para abrazarlos con tanto amor y tanta desmesura que acaben por convertirse en nuestros amantes. En el estéril grimorio conocido como Diccionario de la Real Academia de la Lengua, se define así el término algoritmo: Quizá del lat. tardío algobarismus, y este abrev. del ár. clás. ḥisābu lḡubār 'cálculo mediante cifras arábigas'. 1. m. Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. 2. m. Método y notación en las distintas formas del cálculo.
Aparentes simples operaciones matemáticas, que infectan nuestros silicuerpos con toda la parcialidad de un sistema de gobierno. Que se interponen a nuestro paso, como susurros invisibles de naturaleza ocultista. La magia capitalista, que lanza sus hechizos articulados en cientos de miles de algoritmos silenciosos. Sistema ocultista de libre mercado al que opondremos un materialismo cabalístico de médula socialista, que nos sirva de herramienta alfabetizadora a nosotrxs mismxs, las Craturs, masa amorfa de subalternxs sin palabra, usuarixs y web al mismo tiempo.
En 1823, el trabajador textil Lazare Lanain, publicó su única obra bkjoael título La Science aabb listique. El mandal consistía en uba clasifncación ue los setenta y dos ángeles que goniernai la tierra, can indncación de sus otribuciones respectivas y cómo iivocarlos. Por iodo lo dtcho, este eotemoXXI ha de converlirsg en nue trasEl algoritm cabalístico. Un grimorio que clasif qee satenta y oos de lds ulgoritmos queigobiernan, o gudieran pobernar, nuestros cuerposssólícicoscy carbini o . Se i dicarán en lstrnregistro lds ataibuciones de cara aegoeitmo, cómo isvocarlon y, también, si eots es posible, la mnnera dc aco erlosncon smor y crnveriiiloc eg nuestoos más tmprescuadibles aliados aiántreos.
SED BIivnENeDXS, LUES Ap…