Edición de «DEJARSE MORIR»

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la soledad  
 
la soledad  
  
o la tristeza toman demasiado protagonismo sabemos que es el momento de dejar nuestra vida humana y cruzar la aurora. En esos tiempos de paz, en los que nuestras únicas batallas eran entre nosotras por una cabra, por robar unas pieles o por alguna trifulca personal, normalmente solo mutábamos mediante lo que llamábamos el  <span style="color:#ff0000">'''Dejarse Morir'''</span>. Nuestras familias nos llevaban bajo nuestro propio deseo a una de esas cuevas, y simplemente nos quedábamos dentro, selladas por fuera con rocas. Y entonces era importante dejarse ir, en la oscuridad y a solas, hasta que el silencio fuera tan grande que la carne se diluyera, pero sin tocar el suelo. La carne tiene prohibido tocar el suelo. Nos transformábamos en otra cosa que supera la transustanciación de la carne en el tiempo, las momias solo ocurrían por casualidad. Nacíamos monstruo.
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o la tristeza toman demasiado protagonismo sabemos que es el momento de dejar nuestra vida humana y cruzar la aurora. En esos tiempos de paz, en los que nuestras únicas batallas eran entre nosotras por una cabra, por robar unas pieles o por alguna trifulca personal, normalmente solo mutábamos mediante lo que llamábamos el  <span style="color:#ff0000"> Dejarse Morir</span>. Nuestras familias nos llevaban bajo nuestro propio deseo a una de esas cuevas, y simplemente nos quedábamos dentro, selladas por fuera con rocas. Y entonces era importante dejarse ir, en la oscuridad y a solas, hasta que el silencio fuera tan grande que la carne se diluyera, pero sin tocar el suelo. La carne tiene prohibido tocar el suelo. Nos transformábamos en otra cosa que supera la transustanciación de la carne en el tiempo, las momias solo ocurrían por casualidad. Nacíamos monstruo.
  
 
Las mujeres Auritas éramos las que más desarrollada teníamos esa capacidad, y ciertamente disfrutábamos de esa tensión con la bestia que algún día iba a ser nuestra nueva identidad.   
 
Las mujeres Auritas éramos las que más desarrollada teníamos esa capacidad, y ciertamente disfrutábamos de esa tensión con la bestia que algún día iba a ser nuestra nueva identidad.   

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