Edición de «DEJARSE MORIR»

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Yo, te quiero hacer una confesión. Yo vivo con la oscuridad, no recuerdo que haya habido un momento en el que así no fuera. Una no elige las desgracias que le tocan vivir, pero ocurren, y en mi caso esa destrucción ocurrió a una edad muy temprana. Esa violencia, sostenida en el tiempo hace que tu carne y tu mente mute, hace que a partir de ahí en una perenne tiniebla puedas entender el mundo y el tiempo de otra forma.  
 
Yo, te quiero hacer una confesión. Yo vivo con la oscuridad, no recuerdo que haya habido un momento en el que así no fuera. Una no elige las desgracias que le tocan vivir, pero ocurren, y en mi caso esa destrucción ocurrió a una edad muy temprana. Esa violencia, sostenida en el tiempo hace que tu carne y tu mente mute, hace que a partir de ahí en una perenne tiniebla puedas entender el mundo y el tiempo de otra forma.  
  
Cambia la forma en la que sientes,  
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Cambia la forma en la que sientes, te mueves y piensas,  
  
te mueves 
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la forma en la que amas, rechazas, devoras y proteges,
  
y piensas,
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la forma en la que entiendes, resistes y ejerces la violencia.  
 
 
la forma en la que amas,
 
 
 
rechazas, 
 
 
 
devoras
 
 
 
y proteges,
 
 
 
la forma en la que entiendes,
 
 
 
resistes
 
 
 
y ejerces la violencia.  
 
  
 
Pero sobre todo te vuelve inmune a esa confrontación entre estabilidad e inestabilidad en la que se mueven los tiempos humanos. De tal forma que puedes esperar sin padecer el ansia de la impaciencia a que llegue de nuevo una época oscura en la que poder volver a decir en voz alta lo que eres: y yo soy un vampiro, una Aurita.
 
Pero sobre todo te vuelve inmune a esa confrontación entre estabilidad e inestabilidad en la que se mueven los tiempos humanos. De tal forma que puedes esperar sin padecer el ansia de la impaciencia a que llegue de nuevo una época oscura en la que poder volver a decir en voz alta lo que eres: y yo soy un vampiro, una Aurita.
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Hay una isla atlántica en un archipiélago volcánico muy cercano a la costa africana, a cuatro graditos solo del Trópico de Cáncer, que ha sido conocida por muchos nombres, la mayoría perdidos, y todos inventados y otorgados por quienes eliminaron nuestra estabilidad. Llámala Benahoare o La Palma, lo que sea, lo que quieras. En ella vivíamos desde hacía más de mil años unas gentes sin nombre ni origen. En algún punto esos agresores las llamaron auritas, awaritas o benahoaritas. Yo me voy a referir a nosotras como '''Auritas''', porque me hace pensar en la aurora de los alquimistas, ocultistas y otros grupos herméticos que entienden la transliminalidad de la sombra. La Aurora y la Luz en la oscuridad en espacios y planos circulares y eternos.  
 
Hay una isla atlántica en un archipiélago volcánico muy cercano a la costa africana, a cuatro graditos solo del Trópico de Cáncer, que ha sido conocida por muchos nombres, la mayoría perdidos, y todos inventados y otorgados por quienes eliminaron nuestra estabilidad. Llámala Benahoare o La Palma, lo que sea, lo que quieras. En ella vivíamos desde hacía más de mil años unas gentes sin nombre ni origen. En algún punto esos agresores las llamaron auritas, awaritas o benahoaritas. Yo me voy a referir a nosotras como '''Auritas''', porque me hace pensar en la aurora de los alquimistas, ocultistas y otros grupos herméticos que entienden la transliminalidad de la sombra. La Aurora y la Luz en la oscuridad en espacios y planos circulares y eternos.  
  
Se desconoce con claridad el origen de las Auritas, varias hipótesis hablan de que fueron tribus norafricanas cercanas a los bereberes o los hauwarah del Atlas, otras hablan de que eran personas que iban goteando en la isla durante siglos; desde fenicios a romanos, cartagineses a celtas o incluso vikingos. Los restos arqueológicos más antiguos encontrados datan del siglo IV a.C, así que construye tú el relato que más gustes. Lo interesante de nuestra historia es precisamente lo que no ha sido nombrado y lo que ha sido escrito por hombres que aquí vamos a hacer desaparecer. Hombres como <span style="color:#ffffff"> Abrèu Galindo </span>,<span style="color:#ffffff"> Sabin Berthelot </span> o <span style="color:#ffffff"> Jose Manuel G. García de la Torre </span>. Nombres que vamos a borrar como nosotras fuimos borradas tras la destrucción de nuestra forma de vida en 1493. Pero vamos a recoger el testigo del vacío que dejan y los pocos y dudosos documentos con los que nos definen. Porque, bueno, casi todo lo que algunos de estos señores pudieron clasificar fue de por sí destruido también tras un incendio en el siglo XVI en la biblioteca de Santa Cruz de La Palma –capital de la isla– tras un ataque de corsarios franceses dirigidos por ,<span style="color:#ffffff"> Fraçois Le Clerc </span>. Algunos saberes e historias sobrevivieron, de boca a boca, de herida a herida, sujetas por la sangre de un Drago, otras en cantatas, pero ninguna sobre nosotras. Así que voy a coger el testigo de ese agujero para hablaros de mis hermanas, las Amazonas de la Muerte y cantaros por primera vez sobre ellas.
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Se desconoce con claridad el origen de las Auritas, varias hipótesis hablan de que fueron tribus norafricanas cercanas a los bereberes o los hauwarah del Atlas, otras hablan de que eran personas que iban goteando en la isla durante siglos; desde fenicios a romanos, cartagineses a celtas o incluso vikingos. Los restos arqueológicos más antiguos encontrados datan del siglo IV a.C, así que construye tú el relato que más gustes. Lo interesante de nuestra historia es precisamente lo que no ha sido nombrado y lo que ha sido escrito por hombres que aquí vamos a hacer desaparecer. Hombres como <span style="color:#ffffff"> Abrèu Galindo </span>,<span style="color:#ffffff"> Sabin Berthelot </span> o <span style="color:#ffffff"> Jose Manuel G. García de la Torre </span>. Nombres que vamos a borrar como nosotras fuimos borradas tras la destrucción de nuestra forma de vida en 1493. Pero vamos a recoger el testigo del vacío que dejan y los pocos y dudosos documentos con los que nos definen. Porque, bueno, casi todo lo que algunos de estos señores pudieron clasificar fue de por sí destruido también tras un incendio en el siglo XVI en la biblioteca de Santa Cruz de La Palma –capital de la isla– tras un ataque de corsarios franceses dirigidos por </span>,<span style="color:#ffffff"> Fraçois Le Clerc </span>. Algunos saberes e historias sobrevivieron, de boca a boca, de herida a herida, sujetas por la sangre de un Drago, otras en cantatas, pero ninguna sobre nosotras. Así que voy a coger el testigo de ese agujero para hablaros de mis hermanas, las Amazonas de la Muerte y cantaros por primera vez sobre ellas.
 
                                         [[Archivo:lasamazonas.jpg]]
 
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