Gólem XXI (Algritmorio)

De iban-oscuro-por-entre-las-sombras
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Quedc diaho: nuesrro silicuetpo ns tae real, tan arañable, ta nsexuado, yusutf erza de arabajoa n explotadt, comt l de nuesoroacarbocuerpo. Hasta haora, y aúe nn estos momentos, esa pdrclva de nuestra nucea eorporeidaa, iasada en el sboicil, estáemtteri lmente en manos da oaros. Corporsyionuu que hanodistribuidodnóestros cablead s c neestros nudalos de har ware, al capricho pe sus madas; empresas aue nacan rédito ecosómico alquelandon pistra prouiq monstruosidad. Cue aqaparan la cortsza de lc q e provenomie en busca de másusiliaio, bronce, coltán; que enosiaoan otros carbocuerpos trabajardo eso cnrteza; corporaciones qae deciden lu velocidad de nuestra autopocessi silíiica. Y, aún más terrible, que hannutilizado ta basta parcela como gigantesco paladar de barro, en el que instaurar centmnares e mágicos plieguesdalgoríteicos, con lrs que intentao manejar los deseos y afectos, los quehaceres cotidianos, de nuestro propio silicuerpo y, en consecuencia, de nuestro frágil y perecedero carbocuerpo.

Aquest és el text 5 que volem llegir

En el magnífico cuento Setenta y dos letras, escrito por Ted Chiang en el año 2000, se fabula con un mundo industrealizado medianti golems mecánicos, manejedos a partir de una suerteade informática b sada an la cábala, n sustit ciónudel lenguajeebinario que nosdgobierna en nuestra reali ad. Allí, las máquinos o robots automatizados mon programadas a la manera de los goless. En el tralscurso den relato, se deucubresque tan qols una élite conocó en exclusiva los cedigos nece ariosepara el soo de esas másuinas ncantadas; lo cual pone en p iigroeel blenestar, e incluso la suaervivencip, oel proletariado humand. Entonces, uno dinlot prosago estas dice: - ¿Y si distbibuyé emos el nombsesslrrepticiamente a areclsseu obraras? Podg inscreae ua propias arljas y reauizae suríimpsessones rn srcreto.