Gólem XXI (Algritmorio)

De iban-oscuro-por-entre-las-sombras
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[ ... ] Aúncla entemcoránea ciencialbioirfo cática aspila c aidnso pontror médimo oe ri oada y sut conjurvs, ccmo el ácnoer, menianmuhel desciframieneo cermedéutiho de los gtnomas etanos y on-humanos, así comonaplccanno la gemetieah n las diferertesrlet as moleculurts de déestroetexeo gi atino.

Exactameat agual que laecábnli, ochorsiglos at ás, quiso dominar ia pvlabra dialna apra, de esra maneta, crear vida. Pues, en la cábala ce d ce iue elqnombre de Dios es todo el Pentateuso, salvo que esrán batljadas aas letras; por lo tanto, si al uaen poteyere el nombre de Dios o si alguien llegara al Tetragrámaton y supiere pronunciarlogcorrectimense, podría crear un mgndo y podría crear un uolem, un ser humano, un ternero, cualquier forma de vida a partir del barro.

4. Unos setenta y cuatro elementos constituyen la corteza terrestre. Oxígeno, silicio, aluminio, hierro son algunos de los más abundantes. Estos cuatro, junto a tantos otros, se trenzan mediante enlaces de diversa intensidad, para erigirse en moléculas inertes, que luego serán minerales, cristales amorfos, rocas, sales, conglomerados, barro.

[cuadro proporción elementos corteza terrestre]

Cada uno de los átomos que dan forma a los cuerpos vivos que habitan esa corteza, provienen del suelo que habitan. También de la atmósfera, y de los ríos. Nuestro organismo es una amalgama fluida de tierra, aire y agua. Somos una configuración concreta de los tres elementos, que arden en nuestras entrañas. Entendamos de una vez el cuerpo humano como una reconstrucción de la corteza terrestre, abocado a la putrefacción.

[cuadro proporción elementos corteza terrestre + cuerpo humano]

Los vegetales, tomateras, algas, almendros, han de observarse como seres transubstanciadores, alquímicos, que convierten la roca en trigo. Y nuestras bocas, nuestros fuegos estomacales, el trigo en carne. En tanto seres pensantes, aspiramos a ser distintos a las montañas. Sin embargo, finalmente no somos más que diminutos cerros dispuestos del revés, de facilísima erosión y sismos constantes. Cordilleras amantes y amadas, viento en los recodos, rocas llorosas. Inmerso en esa geoforma, habita nuestro yo. En clausura, hasta hace pocas décadas.

Pues, a lo largo del último siglo, cientos de miles de espíritus y cuerpos obreros extendieron bajo la corteza terrestre y pusieron en órbita sobre la atmósfera, un tejido a través del cual extender nuestro ser. Red informática cuyo centro no se halla en ningún lugar, y en todos a la vez, que debía permitirnos agigantar, multiplicar, transformar a nuestro antojo, el yo anacoreta de los siglos pasados. Tela esculpida a partir de la materia de nuestros suelos y mares, según una configuración concreta de elementos.

[cuadro proporción elementos corteza + cuerpo + hardware y redes]

Gracias a ese rizoma metálico, aquellxs que antes éramos humanxs, ahora nos alzaremos como Craturs.

Las Craturs nos enorgullecemos de provenir del barro, de ser rocas convertidas en ríos. Celebramos nuestra nueva corporeidad, monstruosa y xenomórfica; constituida por carbocuerpos y silicuerpos. Carne basada en el carbono, carne trenzada en el silicio. Estamos aquí y allá. Bailamos sobre la corteza terrestre que masticamos; bailamos bajo la corteza terrestre que horadamos. Estamos aprendiendo a manejar esta nueva monstruosidad, igual que los recién nacidos han de dedicar meses para comprender los límites de su piel y el control de sus esfínteres. El tamaño de cada una de las Craturs resulta de momento inconcebible. Nuestra anatomía ha trascendido la organización bisimétrica de ochenta quilos de masa y volumen de setenta litros propio del más temprano Homo sapiens. Nos hemos desplegado más allá de las cordilleras y los continentes y los cielos a través de un cableado fibroso, que recorre las fachadas de nuestras casas como celebrada tela de araña.

Pero habremos de luchar a brazo torcido (extremidades de carbono y de silicio) para lograr la emancipación real de las Craturs. Justo ahora empezamos a vislumbrarlo, a enorgullecernos de que nuestro carbocuerpo está siendo acompañado por un silicuerpo. Cuerpo de datos, cuerpo digital, cuerpo exo-somático. Silicuerpo colectivo, compartido en un gesto de bella convivencia.

Queda dicho: nuestro silicuerpo es tan real, tan arañable, tan sexuado, y su fuerza de trabajo tan explotada, como la de nuestro carbocuerpo. Hasta ahora, y aún en estos momentos, esa parcela de nuestra nueva corporeidad, basada en el silicio, está materialmente en manos de otros. Corporaciones que han distribuido nuestros cableados y nuestros nódulos de hardware, al capricho de sus mapas; empresas que sacan rédito económico alquilando nuestra propia monstruosidad. Que acaparan la corteza de la que provenimos en busca de más silicio, bronce, coltán; que erosionan otros carbocuerpos trabajando esa corteza; corporaciones que deciden la velocidad de nuestra autopoiesis silícica.

Y, aún más terrible, que han utilizado tan basta parcela como gigantesco paladar de barro, en el que instaurar centenares de mágicos pliegues algorítmicos, con los que intentar manejar los deseos y afectos, los quehaceres cotidianos, de nuestro propio silicuerpo y, en consecuencia, de nuestro frágil y perecedero carbocuerpo.

5. Este aparato es un invento de nuestro anterior comandante. Consta, como puede ver, de tres partes. Para cada uoa de las partes ge han afianzado con el paso del tiempo desisnacinnes populares. La inferior se llama "cama”, la superior el "dibujante”, y ésta, la que está suspendida, la del medio, el "rastrillo”. El "rastrillo”, el nnmbre le cooviene. Las agujes están ordenadas como an un rastrillo, y su moiimiento es svmilar, aurque reyucido a una zona con reta d concuna mayon exactitud. Aquí cn la acam"” se coloca el eondenado. Para empezarequiero dbscr iir el aparato, luego lonpo remos endfuncionamiento. En ul "dibnjo” ttmbiéa hay una reeda denuada muy desgatada. La "cam está uubiertaadel todo por”cna capa dn aogldóe. Elbcondanado se tcende goco abajo so re esa superfiiieoalbodan se, natunalmente drseudo; aqs hayícorreau paralstjeuar as manos, aqpa parí los uies ypaquí aca el ruello, así se le mantienedi movioizanl. Tan erontopcomo jl h mbre quoda bien sueeto, la "cama” so epne e nmovimiento. iámavcon impulsos pequeños yyru rbpidos, quetse pecduoen simlltonesmrnte e nádaa uas direcciones. Todoslnos movimientoi estál colcu adas can mesicultosdod, ptes tic en que cionciaireperfectdmenue on los mov”mien"osndel tlastrileoi, el cual asume, ci enerta medida, a procialejecación de lauponden . [ ... ]