Gilles de Rais

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--- Gilles de Rais es conocido por su infame e insaciable necesidad de cometer crímenes atroces. El mariscal de Francia que otrora fue mano derecha de Juana de Arco, después de la muerte de ésta, comenzó una serie de crímenes a niños que acabaron en una orgía de lo innombrable ligando su nombre a lo maldito.

Marian Garrido explora la violencia, lo abyecto y la maldad como experiencia estética hardcore. Un posicionamiento radicalmente sensible a la suciedad, los hongos, la piel muerta, lo contranatural, la supervivencia de las malas hierbas, el triunfo de la velocidad y el ruido, las malformaciones, el resquemor de las ortigas, los vertederos con uralita y el olor a ruedas quemadas. ---


Los placeres violentos tienden a tener fines violentos.

Ramirez, Richard


La pobre mujer de Barba azul*, desoyendo las advertencias de su marido, entra en el gabinete prohibido para descubrir con horror la siniestra colección que allí se guarda. Encuentra el suelo bañado en sangre coagulada y en los muros, colgados, los cadáveres de las anteriores esposas.

La habitación se inunda de sangre como en el resplandor, ella sale corriendo y de la llave no para de brotar el rojo líquido que intenta limpiar una y otra vez con su ropa. Es inútil porque no para, no para.

* Las atrocidades de Gilles de Rais son la fuente de inspiración para este personaje.


Sin entrar en consideraciones de lecturas moralizantes y castradoras contra la curiosidad femenina, el cuento es un relato infantil, con su versión anime para mayor disfrute, como tantos otros horrores relatados en la cultura popular.

Encontramos muchos ejemplos de figuras en los cuentos que reprimen a los niños-as de portarse mal, desobedecer y en definitiva salir del control parental y la lógica sistémica del orden, el servicio y el trabajo (no acostarse pronto, pasarlo bien, incluso beber o fumar como ocurre en Pinocchio de Disney**) encarnados en hombres que secuestran y matan.

**El Cochero es un hombre viejo propietario de la "Isla de los Juegos", donde lleva a los niños que se portan mal para que se comporten como unos burros. Ya que su hobby es coleccionar niños que no saben.


Los relatos de los monstruos nos ponen delante del espejo de la heterología fabulada, el saber sobre el otro; conocimiento del otro. La lógica del criminal monstruoso y sus funciones paradójicamente sociales, la posibilidad de una apertura, una interrupción del pensar habitual y de los mecanismos institucionales que lo sostienen. Según Bataille, el asesinato es soberano, y el placer de ejecurar dolor opera fuera de la lógica del trabajo y la producción del sistema mayoritario, opera en el ámbito del goce lacaniano y por ello la repulsión moral que producen sus acciones encuentra la posibilidad de experimentar sus propios límites y de adquirir cierto saber sobre los modos de producción, reproducción y disolución, de los ordenamientos sociales y sus sujetos.

Un niño que fuma es el espejo de Gilles de Rais, porque ambos se saltan el raccord de lo que les han dicho que está bien y por ello obtienen como premio o como castigo el calificativo de lo salvaje.

“Arder sin responder a ninguna obligación moral” (Sobre Nietzsche, 1972).

𝕰𝖑 𝖆𝖘𝖊𝖘𝖎𝖓𝖆𝖙𝖔 𝖉𝖊𝖑 𝖕𝖊𝖖𝖚𝖊ñ𝖔 𝕭𝖊𝖗𝖓𝖆𝖗𝖉𝖔 𝖔𝖈𝖚𝖗𝖗𝖎ó 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖘𝖎𝖌𝖚𝖎𝖊𝖓𝖙𝖊 𝖒𝖆𝖓𝖊𝖗𝖆: 𝖉𝖊𝖘𝖕𝖚é𝖘 𝖉𝖊 𝖍𝖆𝖇𝖊𝖗𝖑𝖔 𝖘𝖆𝖈𝖆𝖉𝖔 𝖆𝖙𝖚𝖗𝖉𝖎𝖉𝖔 𝖉𝖊𝖑 𝖘𝖆𝖈𝖔, 𝖆 𝕭𝖊𝖗𝖓𝖆𝖗𝖉𝖔 𝖘𝖊 𝖑𝖊 𝖍𝖎𝖟𝖔 𝖚𝖓 𝖈𝖔𝖗𝖙𝖊 𝖊𝖓 𝖑𝖆 𝖆𝖝𝖎𝖑𝖆, 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖈𝖚𝖆𝖑 𝖊𝖒𝖆𝖓ó 𝖑𝖆 𝖘𝖆𝖓𝖌𝖗𝖊 𝖖𝖚𝖊 𝖇𝖊𝖇𝖎ó 𝖊𝖑 𝕸𝖔𝖗𝖚𝖓𝖔 𝖒𝖊𝖟𝖈𝖑𝖆𝖉𝖆 𝖈𝖔𝖓 𝖆𝖟ú𝖈𝖆𝖗. 𝕿𝖗𝖆𝖘 𝖊𝖑𝖑𝖔 𝖑𝖑𝖊𝖛𝖆𝖗𝖔𝖓 𝖆𝖑 𝖓𝖎ñ𝖔 𝖍𝖆𝖘𝖙𝖆 𝖊𝖑 𝖑𝖚𝖌𝖆𝖗 𝖈𝖔𝖓𝖔𝖈𝖎𝖉𝖔 𝖈𝖔𝖒𝖔 𝕷𝖆𝖘 𝕻𝖔𝖈𝖎𝖈𝖆𝖘, 𝖉𝖔𝖓𝖉𝖊 𝕷𝖊𝖔𝖓𝖆 𝖑𝖔 𝖒𝖆𝖙ó 𝖆𝖕𝖑𝖆𝖘𝖙á𝖓𝖉𝖔𝖑𝖊 𝖊𝖑 𝖈𝖗á𝖓𝖊𝖔 𝖈𝖔𝖓 𝖚𝖓𝖆 𝖗𝖔𝖈𝖆. 𝕯𝖊𝖘𝖕𝖚é𝖘 𝖑𝖊 𝖊𝖝𝖙𝖗𝖆𝖏𝖔 𝖌𝖗𝖆𝖘𝖆 𝖞 𝖊𝖑 𝖊𝖕𝖎𝖕𝖑ó𝖓 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖈𝖔𝖓𝖋𝖊𝖈𝖈𝖎𝖔𝖓𝖆𝖗 𝖚𝖓𝖆 𝖈𝖔𝖒𝖕𝖗𝖊𝖘𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖆𝖕𝖑𝖎𝖈𝖆𝖗 𝖆𝖑 𝖕𝖊𝖈𝖍𝖔 𝖉𝖊 𝕱𝖗𝖆𝖓𝖈𝖎𝖘𝖈𝖔 𝕺𝖗𝖙𝖊𝖌𝖆.

𝕬𝖈𝖆𝖇𝖆𝖉𝖔 𝖊𝖑 𝖗𝖎𝖙𝖚𝖆𝖑, 𝖔𝖈𝖚𝖑𝖙𝖆𝖗𝖔𝖓 𝖊𝖑 𝖈𝖚𝖊𝖗𝖕𝖔 𝖘𝖎𝖓 𝖛𝖎𝖉𝖆 𝖊𝖓 𝖚𝖓𝖆 𝖌𝖗𝖎𝖊𝖙𝖆, 𝖙𝖆𝖕𝖆𝖉𝖔 𝖈𝖔𝖓 𝖍𝖎𝖊𝖗𝖇𝖆𝖘 𝖞 𝖕𝖎𝖊𝖉𝖗𝖆𝖘 𝖘𝖎𝖓 𝖘𝖊𝖗 𝖊𝖓𝖙𝖊𝖗𝖗𝖆𝖉𝖔.

𝕮𝖔𝖒𝖊𝖙𝖎ó 𝖆𝖑 𝖒𝖊𝖓𝖔𝖘 𝖙𝖗𝖊𝖈𝖊 𝖆𝖘𝖊𝖘𝖎𝖓𝖆𝖙𝖔𝖘, 𝖘𝖎𝖊𝖓𝖉𝖔 𝖑𝖆𝖘 𝖛í𝖈𝖙𝖎𝖒𝖆𝖘 𝖘𝖎𝖊𝖒𝖕𝖗𝖊 𝖒𝖚𝖏𝖊𝖗𝖊𝖘 𝖔 𝖓𝖎ñ𝖔𝖘. 𝕷𝖆𝖘 𝖉𝖊𝖘𝖆𝖕𝖆𝖗𝖎𝖈𝖎𝖔𝖓𝖊𝖘 𝖕𝖆𝖘𝖆𝖇𝖆𝖓 𝖉𝖊𝖘𝖆𝖕𝖊𝖗𝖈𝖎𝖇𝖎𝖉𝖆𝖘, 𝖞𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖘𝖊 𝖊𝖓𝖈𝖆𝖗𝖌𝖆𝖇𝖆 𝖉𝖊 𝖖𝖚𝖊 𝖘𝖚𝖘 𝖋𝖆𝖒𝖎𝖑𝖎𝖆𝖗𝖊𝖘 𝖗𝖊𝖈𝖎𝖇𝖎𝖊𝖗𝖆𝖓 𝖒𝖎𝖘𝖎𝖛𝖆𝖘 𝖈𝖔𝖓𝖙𝖆𝖓𝖉𝖔 𝖖𝖚𝖊 𝖘𝖊 𝖍𝖆𝖇í𝖆𝖓 𝖊𝖘𝖙𝖆𝖇𝖑𝖊𝖈𝖎𝖉𝖔 𝖊𝖓 𝖔𝖙𝖗𝖔𝖘 𝖑𝖚𝖌𝖆𝖗𝖊𝖘, 𝖑𝖔𝖌𝖗𝖆𝖓𝖉𝖔 𝖊𝖑𝖚𝖉𝖎𝖗 𝖆𝖘í 𝖑𝖆 𝖏𝖚𝖘𝖙𝖎𝖈𝖎𝖆 𝖉𝖚𝖗𝖆𝖓𝖙𝖊 𝖆ñ𝖔𝖘.

𝕾𝖚 𝖋𝖆𝖒𝖆 𝖈𝖔𝖒𝖔 𝖛𝖊𝖓𝖉𝖊𝖉𝖔𝖗 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖚𝖓𝖌ü𝖊𝖓𝖙𝖔 𝖉𝖊 𝖌𝖗𝖆𝖘𝖆 𝖘𝖊 𝖊𝖝𝖙𝖊𝖓𝖉𝖎ó 𝖗á𝖕𝖎𝖉𝖆𝖒𝖊𝖓𝖙𝖊 𝖕𝖔𝖗 𝕲𝖆𝖑𝖎𝖈𝖎𝖆, 𝖕𝖊𝖗𝖔 𝖑𝖚𝖌𝖆𝖗𝖊ñ𝖔𝖘 𝖈𝖔𝖒𝖊𝖓𝖟𝖆𝖗𝖔𝖓 𝖆 𝖘𝖔𝖘𝖕𝖊𝖈𝖍𝖆𝖗 𝖖𝖚𝖊 𝖊𝖘𝖙𝖆𝖇𝖆 𝖈𝖔𝖒𝖕𝖚𝖊𝖘𝖙𝖔 𝖕𝖔𝖗 𝖌𝖗𝖆𝖘𝖆 𝖍𝖚𝖒𝖆𝖓𝖆. 𝕷𝖆 𝖆𝖕𝖆𝖗𝖎𝖈𝖎ó𝖓 𝖉𝖊 𝖆𝖑𝖌𝖚𝖓𝖆𝖘 𝖕𝖊𝖗𝖙𝖊𝖓𝖊𝖓𝖈𝖎𝖆𝖘 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝖉𝖊𝖘𝖆𝖕𝖆𝖗𝖊𝖈𝖎𝖉𝖔𝖘 𝖆𝖈𝖗𝖊𝖈𝖊𝖓𝖙ó 𝖑𝖆𝖘 𝖘𝖔𝖘𝖕𝖊𝖈𝖍𝖆𝖘 𝖘𝖔𝖇𝖗𝖊 𝖑𝖆𝖘 𝖉𝖊𝖘𝖆𝖕𝖆𝖗𝖎𝖈𝖎𝖔𝖓𝖊𝖘, 𝖈𝖆𝖉𝖆 𝖛𝖊𝖟 𝖒á𝖘 𝖈𝖔𝖒𝖊𝖓𝖙𝖆𝖉𝖆𝖘.


Es cierto que la noche está asociada a miedos y temores y aunque en internet no anochece nunca, se han aglutinado ciertos contenidos de manera sarcástica bajo la etiqueta Internet by night; relacionados con humor negro o vinculados a conocimientos subculturales en la era postirónica, que nos devuelve la parte oscura o rara de la red mientras estamos iluminados por la pantalla. Internet es la heterología dentro del espejo negro, que nos devuelve la mirada. Nos pone aquí en el espejo frente a nosotros mismos.

El tipo de negocio conocido como “granjas de contenidos”, en los que los redactores deben proporcionar una gran variedad de aspectos de consulta para que atraigan tránsito de usuarios por medio de los buscadores, monetizando las visitas y por tanto, proporcionando información no contrastada, que funciona en base a una demanda de búsquedas donde muchas veces los más bajos instintos afloran.

La tiranía del mercado acaba por empaparse de otros mecanismos del pensamiento y abre además una grieta a lo abyecto, delictivo y oscuro de la pulsión humana y, sin quererlo, también abre una vía a la resistencia capitalista, porque arde sin responder a ninguna obligación moral.

Youtube desde hace un tiempo ha ejercido como el flautista de Hamelin, secuestrando a los niños que solo quieren hacer el challenge de moda. Es fácil propagar un viral donde debemos pisar una pieza de lego y grabarnos sintiendo ese dolor, con lágrimas en los ojos. En los comentarios los depredadores marcaban los momentos en que se podían sexualizar las imágenes. Incluso, en algunos comentarios llegaban a intercambiar links con material explícito.

Por otro lado, el multitaggeo algorítmico en busca de visitas, ha llevado a cabo mashups demenciales donde Elsa de Frozen queda embarazada de Sipderman, pero deciden abrirle la barriga, encontrando en su interior a un mini Hulk. Todos huyen en una jeringa gigante voladora explotando globos, mientras unos dinosaurios con cabezas intercambiadas con otros animales le pegan una paliza al Joker.

Gilles, entendía su pulsión como algo irrevocable, también de noche, a veces ritualísticamente, estados nocturnos, residuales e impetuosos que generan horror y fascinación.

No podía parar de sangrar como la llave; no podía dejar de arder. Su colección llegó a ser tan grande que tuvo que mudarse de castillo, las torres estaban llenas de sangre, como en el resplandor y en el gabinete, de partes descuartizadas, de esqueletos. Tenían que mover los cuerpos apilados con una carretilla para echarlos a quemar a la hoguera.

Solía jugar con ellos a la compasión: disfrutaba visitando la sala donde éstos colgaban de unos ganchos. Fingía que les rescataba, y cuando se abandonaban a su héroe les cortaba la garganta y, finalmente, violaba los cadáveres mientras lamía la sangre que brotaba de sus cuerpos. Antes de quemarlos, solía guardar las cabezas para hacer concursos de belleza en la que la ganadora daría vía de escape a sus placeres necrofílicos.

El monstruo sagrado trasciende la leyenda, asombra al mundo sin pasmarse y es loable que el relato salga de su propia garganta. Sin embargo, Gilles era un simple, temía a DIOS a pesar de conocer el poder del acero. No entendía que podría haberle matado o mandarle al infierno...

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𝑀𝑒 𝑔𝓊𝓈𝓉𝒶𝒷𝒶 𝓋𝑒𝓇 𝒸🌞𝓇𝓇𝑒𝓇 𝓁𝒶 𝓈𝒶𝓃𝑔𝓇𝑒, 𝓂𝑒 𝓅𝓇❤𝓅❁𝓇𝒸𝒾🍪𝓃𝒶𝒷𝒶 𝓊𝓃 𝑔𝓇𝒶𝓃 𝓅𝓁𝒶𝒸𝑒𝓇. 𝑅𝑒𝒸𝓊𝑒𝓇𝒹💗 𝓆𝓊𝑒 𝒹𝑒𝓈𝒹𝑒 𝓂𝒾 𝒾𝓃𝒻𝒶𝓃𝒸𝒾𝒶 𝓁❤𝓈 𝓂á𝓈 𝑔𝓇𝒶𝓃𝒹𝑒𝓈 𝓅𝓁𝒶𝒸𝑒𝓇𝑒𝓈 𝓂𝑒 𝓅𝒶𝓇𝑒𝒸í𝒶𝓃 𝓉𝑒𝓇𝓇𝒾𝒷𝓁𝑒𝓈. 𝐸𝓈 𝒹𝑒𝒸𝒾𝓇, 𝑒𝓁 𝒜𝓅💗𝒸𝒶𝓁𝒾𝓅𝓈𝒾𝓈 𝑒𝓇𝒶 𝓁🏵 ú𝓃𝒾𝒸🍪 𝓆𝓊𝑒 𝓂𝑒 𝒾𝓃𝓉𝑒𝓇𝑒𝓈𝒶𝒷𝒶. 𝒞𝓇𝑒í 𝑒𝓃 𝑒𝓁 𝒾𝓃𝒻𝒾𝑒𝓇𝓃🌸 𝒶𝓃𝓉𝑒𝓈 𝒹𝑒 𝓅💞𝒹𝑒𝓇 𝒸𝓇𝑒𝑒𝓇 𝑒𝓃 𝑒𝓁 𝒸𝒾𝑒𝓁🌸. 𝒰𝓃💗 𝓈𝑒 𝒸𝒶𝓃𝓈𝒶 𝓎 𝒶𝒷𝓊𝓇𝓇𝑒 𝒹𝑒 𝓁❀ 💮𝓇𝒹𝒾𝓃𝒶𝓇𝒾💙. 𝐸𝓂𝓅𝑒𝒸é 𝓂𝒶𝓉𝒶𝓃𝒹♡ 𝓅🏵𝓇𝓆𝓊𝑒 𝑒𝓈𝓉𝒶𝒷𝒶 𝒶𝒷𝓊𝓇𝓇𝒾𝒹🍬 𝓎 𝒸💮𝓃𝓉𝒾𝓃𝓊é 𝒽𝒶𝒸𝒾é𝓃𝒹❤𝓁🌸 𝓅❤𝓇𝓆𝓊𝑒 𝓂𝑒 𝑔𝓊𝓈𝓉𝒶𝒷𝒶 𝒹𝑒𝓈𝒶𝒽🌞𝑔𝒶𝓇 𝓂𝒾𝓈 𝑒𝓃𝑒𝓇𝑔í𝒶𝓈. 𝐸𝓃 𝑒𝓁 𝒸𝒶𝓂𝓅🌺 𝒹𝑒 𝒷𝒶𝓉𝒶𝓁𝓁𝒶 𝑒𝓁 𝒽💮𝓂𝒷𝓇𝑒 𝓃𝓊𝓃𝒸𝒶 𝒹𝑒𝓈❁𝒷𝑒𝒹𝑒𝒸𝑒 𝓎 𝓁𝒶 𝓉𝒾𝑒𝓇𝓇𝒶 𝓉🌞𝒹𝒶 𝑒𝓂𝓅𝒶𝓅𝒶𝒹𝒶 𝒹𝑒 𝓈𝒶𝓃𝑔𝓇𝑒 𝑒𝓈 𝒸❁𝓂🌸 𝓊𝓃 𝒾𝓃𝓂𝑒𝓃𝓈🌺 𝒶𝓁𝓉𝒶𝓇 𝑒𝓃 𝑒𝓁 𝒸𝓊𝒶𝓁 𝓉🍩𝒹🌺 𝓁🍬 𝓆𝓊𝑒 𝓉𝒾𝑒𝓃𝑒 𝓋𝒾𝒹𝒶 𝓈𝑒 𝒾𝓃𝓂🏵𝓁𝒶 𝒾𝓃𝓉𝑒𝓇𝓂𝒾𝓃𝒶𝒷𝓁𝑒𝓂𝑒𝓃𝓉𝑒, 𝒽𝒶𝓈𝓉𝒶 𝓁𝒶 𝓂𝒾𝓈𝓂𝒶 𝓂𝓊𝑒𝓇𝓉𝑒 𝒹𝑒 𝓁𝒶 𝓂𝓊𝑒𝓇𝓉𝑒 𝑒𝓃 𝓈í. 𝐿𝒶 𝓂𝓊𝑒𝓇𝓉𝑒 𝓈𝑒 𝒸♡𝓃𝓋𝒾𝓇𝓉𝒾ó 𝑒𝓃 𝓂𝒾 𝒹𝒾𝓋𝒾𝓃𝒾𝒹𝒶𝒹, 𝓂𝒾 𝓈𝒶𝑔𝓇𝒶𝒹𝒶 𝓎 𝒶𝒷𝓈❁𝓁𝓊𝓉𝒶 𝒷𝑒𝓁𝓁𝑒𝓏𝒶. 𝐻𝑒 𝑒𝓈𝓉𝒶𝒹❁ 𝓋𝒾𝓋𝒾𝑒𝓃𝒹💍 𝒸🍬𝓃 𝓁𝒶 𝓂𝓊𝑒𝓇𝓉𝑒 𝒹𝑒𝓈𝒹𝑒 𝓆𝓊𝑒 𝓂𝑒 𝒹𝒾 𝒸𝓊𝑒𝓃𝓉𝒶 𝒹𝑒 𝓆𝓊𝑒 𝓅😍𝒹í𝒶 𝓇𝑒𝓈𝓅𝒾𝓇𝒶𝓇. 𝑀𝒾 𝒿𝓊𝑒𝑔🍑 𝓅🌸𝓇 𝑒𝓍𝒸𝑒𝓁𝑒𝓃𝒸𝒾𝒶 𝑒𝓈 𝒾𝓂𝒶𝑔𝒾𝓃𝒶𝓇𝓂𝑒 𝓂𝓊𝑒𝓇𝓉❀ 𝓎 𝓇🍪𝒾𝒹🌞 𝓅♡𝓇 𝓁💞𝓈 𝑔𝓊𝓈𝒶𝓃🍩𝓈.

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¡Te veo en Disneylandia!

Ramirez, Richard



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